Columna de opinión Publicado el 20 de marzo de
Dios, cuatro años más viejo
Agustín Jiménez
Un individuo que llegó a presidente de aquí -esto sí que es efecto llamada para el país de las oportunidades- dice que él participó en aquello porque hace cuatro años no tenía información. A cuenta de su ignorancia nos metieron doscientos cadáveres en Atocha, que él trató de escamotear antes de que lo echaran por embustero. Pero aduce que no se le puede considerar responsable porque no obraba cuando sabía sino cuando no sabía. Por eso sus legionarios han comenzado a manifestarse para que no se venda Navarra (signifique eso lo que signifique). Dentro de cuatro años, cuando hayan roto todas las farolas, se darán el gustazo de confesar que las han destrozado porque, a día de hoy, ignoraban que no fueran peligrosas. Tiene lógica.
Uno a quien en el séquito han encargado que haga declaraciones de internacional porque es el que sabe inglés, suelta en televisión que lo de Irak es un conflicto "rancio". Se queda tan ancho, y no le llega el hedor de ninguno de los 650.000 asesinados. Y un notario de lengua rosita que -a la vejez, viruelas- se ha descubierto un gusto inmoderado por las travesuras de rapaz, dice a su vez que Irak es tan antiguo como Felipe V. Lo suelta sin pararse a pensar que Felipe V es posterior al foro de Navarra.
Si de verdad no fue sólo por dinero (los misiles de papá Bush, los contratos de Haliburton del vicepresidente, el petróleo de los amigos texanos, los réditos británicos), y dado que no fue por inteligencia, el conflicto de Irak se encendió por comprensible deseo de venganza, sentimiento legítimo profusamente reglamentado en
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