samedi 16 décembre 2006

tomado del blog comunidad ateísmo

INTRODUCCIÓN:

Antes de entrar en la demostración matemática, haré una pequeña introducción filosófica y teórica del problema.

El ser humano nace con un desconocimiento absoluto del mundo. Adquiere conocimiento de la realidad a partir de la observación, es decir, percibiendola. Por ejemplo, una persona que nace en la selva, constata la existencia de su pequeño entorno, los árboles que él ve, pero de ningún modo puede "suponer" la existencia del mar. Dar por sentado su existencia sería erróneo, por que del mismo modo que supone la existencia de un mar de agua salada, también podria "creer" en un mar de agua azucarada, un mar de plomo fundido, o un mar de heces fecales. Sólo entrará a formar parte de su realidad cuando lo perciba de algún modo, por ejemplo cuando viaje a la costa y lo vea. O cuando alguien que le merezca confianza lo haya percibido y se lo cuente. Y siempre asimilándolo de forma provisional, ya que las observaciones (o testimonios) pueden ser engañosas, y debemos estar dispuestos en todo momento a modificar nuestra concepción de la realidad, pero siempre en base a percepciones, pruebas.

Vamos ampliando esta realidad a lo largo de los años como personas individuales, pero también a lo largo de las generaciones como civilización, a través del conocimiento científico. Vamos aumentando el conocimiento "cierto" de nuestro universo gracias a la ciencia, a paso lento pero firme. No podemos dar nada por cierto ni como existente hasta que no sea percibido de la realidad. De lo contrario caeríamos en la paradoja del mar.

Parece claro que estamos obligados a restringir nuestra realidad sólo a lo que percibimos como individuos o como civilización.

NUDO:

Sin embargo, en ocasiones el ser humano actúa de forma contraria a esta filosofía dando por ciertas "posibles realidades" que no ha percibido de ningún modo, pero que le vienen bien para cubrir sus miedos, y sobre todo su ignorancia. El caso más destacado por lo extendido de la idea es la creencia en la existencia de "Dios", entendido como ser todopoderoso con inteligencia y voluntad.

Esta idea entra dentro de las cosas no demostradas. Como se ha comentado antes, no podemos dar por sentada su existencia, ya que si lo hiciéramos podríamos dar por sentada la existencia de un Dios, 2 Dioses, 3 Dioses, los duendes mágicos o las súper-moscas extraterrestres todos ellos sin ningún fundamento.

Los creyentes han escogido como cierta una cosa (a Dios) de entre todas las cosas que podrían existir, pero que no han sido percibidas de ningún modo.

De ahora en adelante, denominaremos SUPERCONJUNTO a "el conjunto de cosas que podrían existir pero que no han sido demostradas".

Dentro del SUPERCONJUNTO están incluidos los 2 conjuntos siguientes:

  • Cosas que no existen (luego no se han demostrado)
  • Cosas que existen (pero no se han demostrado)
Las "cosas que no existen" es un conjunto infinito (creo que esto es evidente).
Las "cosas que existen" es un conjunto finito (también evidente).

Estos son dos axiomas sobre los que se edifica la argumentación. Si alguno no fuera cierto, el razonamiento perdería todo su fundamento.

DESENLACE:

Los creyentes han elegido el elemento "Dios" de entre todos los elementos del SUPERCONJUNTO, con la esperanza de que esté incluido dentro del subconjunto "cosas que existen" y por tanto fuera del subconjunto "cosas que no existen".

Resumiendo, han escogido un elemento de un conjunto formado por 2 subconjuntos: uno finito y otro infinito.

¿Qué probabilidades hay de que el elemento escogido esté dentro del subconjunto infinito?
Según la teoría de probabilidades, es fácilmente demostrable que el elemento escogido pertenecerá al conjunto infinito con un 100% de probabilidad.

Por tanto, existe un 0% de probabilidades de que "Dios" pertenezca al conjunto "cosas que existen". Es decir, una persona que afirma que "Dios existe", se equivoca con toda probabilidad.

Matemáticamente, Dios no existe.

CONCLUSIÓN:

Este ensayo no trata de demostrar la inexistencia de Dios, sino la inexistencia de cualquier cosa elegida de forma totalmente aleatoria, fruto "puro" de nuestra imaginación. Lo que demuestra es que al dar por existente algo, debe hacerse en base a algún indicio o prueba. De lo contrario se tratará de una elección al azar entre cosas existentes y cosas inexistentes, y, si la elección es totalmente aleatoria (y este es el 3er axioma), con toda seguridad pertenecerá al conjunto de cosas que no existen.

El creyente negará (entre otras muchas cosas) la veracidad de este 3er axioma, afirmando que la elección del elemento Dios tiene algún fundamento. Desde el punto de vista del autor, no existe tal fundamento, es una elección totalmente arbitraria de un producto de la imaginación, y por tanto pertenece con toda probabilidad al "conjunto de las cosas que no existen".

En todo caso, este artículo no debe interpretarse como una demostración pretenciosa de la inexistencia de Dios, sino como un artículo curioso que ayuda a ver el tema desde un punto de vista distinto y nuevo, que intenta trasladar la discusión sobre la existencia de Dios a la discusión sobre la veracidad de los axiomas. Si tales axiomas se consideran ciertos, el razonamiento es impecable.

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