mercredi 22 septembre 2010

Jesucristo no existió

Francisca Martín-Cano Abreu, ingeniera técnica industrial, escritora, escultora y arqueoastrónoma recoge en su bitácora no sólo los razonamientos sobre la apropiación por parte del cristianismo de creencias de religiones agrícolas anteriores sino las ausencias de pruebas que sostengan el mito de Jesús como personaje real.

Hoy sabemos que no existe ninguna evidencia histórica que apoye lo que relatan los evangelios, [éstos son] la única fuente que da existencia real humana a Jesús, y que la celebración del nacimiento de Jesús es una fiesta imitada por los evangelistas apropiándose de una tradición anterior al invento de la religión cristiana, en la que se celebraba el nacimiento de un Ser de una Madre virginal y en la que se intercambiaban regalos. Son muchos los autores que no consideran personaje histórico a Jesús.

mcasvaz2002 dice en 2006: No hay ningún texto contemporáneo a la época de Jesús que hable sobre él, ningún registro, ningún dato que apoye su existencia o los acontecimientos que se narran en los evangelios respecto a su vida (…).

David Sánchez también observa que hay ausencia de datos, tras investigar al respecto, y dice en 2003: … uno sí aprecia que Jesús está misteriosamente ausente de las fuentes clásicas (gracias a las cuales sabemos casi todo lo que se cocía en la época deJesús). No hay nada de Jesús ni en Séneca (que murió en el 66 d.C.). ni en Petronio ni Lucano (muertos en el 65 d.C.), ni en Plinio el Viejo (fallecido 79 d.C.), ni en Plutarco (45-125 d.C.), ni en Quintiliano (65-95 d.C.), ni siquiera en el alejandrino Filón (muerto en el 54 d.C.)

Alvar Gosp (2002) que ha investigado al respecto, cita a varios autores, entre ellos a Timothy Freke, que afirma que tanto Filón, eminente autor judío que escribió unas cincuenta obras de Historia y filosofía hace menos de 2000 años, como su contemporáneo Justo de Tiberíades que escribió una historia desde Moisés, no mencionan a Jesús. Asimismo la cita a Jesús que se encuentra en la obra Antigüedades de los Judíos, del historiador judío Flavio Josefo, que ha sido considerada por los cristianos como prueba concluyente de su existencia, ha sido juzgada como fraude por filólogos, tras estudiar el estilo en que ha sido redactada. Han descubierto que es diferente al usado por Josefo, por lo quellegan a la conclusión de que fue añadida posteriormente. Y probaría que no estaba en el escrito original los estudios de Orígenes del siglo III, considerado un concienzudo investigador por la iglesia, que afirmaba que Josefo no citaba a Jesús y que no creía en ninguna figura mesiánica judía.

Creer que Jesús existió tiene la misma validez que creer en Aliena o Caris como personajes reales. Y ahora nos podemos preguntar: Si no existió el “jefe”, ¿quién inventó todo el tinglado que sostiene la secta católica? Muy sencillo, el esquizofrénico, misógino y loco Pablo de Tarso, tal como nos enseña el filósofoMichel Onfray. Creer otra cosa es eso, creencia. Así que no me vengan a evangelizar con el “mayor fraude de la humanidad jamás contado”, el cristianismo. Que no vengan a “mi casa” a rezar y yo no iré a la suya apensar.

Relacionados: Cristianismo = mentira, Apostasía com

Platón, al igual que Stephen Hawking, también negaba la existencia de dios. Así se ha desvelado de los “mensajes cifrados” que introdujo en sus textos. El descubrimiento corre a cargo del historiador de la Universidad de Manchester Jay Kennedy, quien ha descifrado lo que se ha dado en llamar el“Código Platón”, y que permite leer mensajes secretos de cuya existencia ya se sospechaba desde hace tiempo y que han venido siendo objeto de intensas polémicas.

Estos mensajes están ocultos en los escritos del gran filósofo, quien ha sido definido como el Einstein de la Edad de Oro de la Grecia Clásica, y cuyo trabajo fue uno de los pilares de la cultura y la ciencia occidentales. Los hallazgos de Jay Kennedy van a revolucionar algunos aspectos de la historia de los orígenes del pensamiento occidental. Kennedy revela que Platón utilizó patrones regulares de símbolos, heredados de los antiguos seguidores de Pitágoras.

Los códigos ocultos muestran que, en algunos aspectos, Platón se adelantó a la Revolución Científica dos mil años antes que Isaac Newton, descubriendo el concepto más importante de dicha revolución: El “libro de la naturaleza”, por así decirlo, está escrito en el lenguaje de las matemáticas.

Los libros de Platón desempeñaron un papel esencial en la cultura occidental, pero son misteriosos y terminan en acertijos. En la antigüedad, muchos de sus seguidores ya dijeron que los libros del maestro contenían niveles ocultos de información, camuflada en un código secreto, pero esto fue rechazado por los académicos modernos.

Sin embargo, Kennedy ha demostrado ahora, de manera rigurosa, que los libros sí contienen códigos y símbolos, y que al descifrarlos se muestra la filosofía oculta de Platón. Se trata de un hallazgo propiamente dicho, no de una simple interpretación. El descubrimiento podría transformar diversos aspectos de la historia antigua del pensamiento occidental, y especialmente la historia de las matemáticas, las de otras ciencias, la de la música y la de la filosofía.

Ahora parece claro que Platón no diseñó sus mensajes secretos como una mera diversión intelectual. Lo hizo por su propia seguridad. Las ideas de Platón eran una peligrosa amenaza para la religión griega. Él dijo que lasleyes matemáticas, y no los dioses, controlan el universo; una afirmación muy temeraria en aquella época. El propio maestro de Platón fue ejecutado por herejía. La clandestinidad era normal en los tiempos antiguos, especialmente para el conocimiento científico que contraviniera a los dogmasreligiosos imperantes. Para Platón era una cuestión de vida y muerte. Codificar sus ideas más polémicas mediante un código secreto era la única manera que tenía de dejar constancia de ellas y a la vez mantenerse a salvo.

Platón tuvo una vida difícil aunque fascinante. Nació cuatro siglos antes de Cristo, escribió 30 libros y fundó la primera universidad del mundo, llamada la Academia. Fue feminista, permitiendo a las mujeres estudiar en la Academia. Se convirtió en el primer gran defensor del amor romántico (de aquí viene el término “amor platónico”), en oposición a los matrimonios concertados por razones políticas o financieras. Y defendió la homosexualidad.

“Platón hizo que la humanidad cambiase de una sociedad bélica a una sociedad más impulsada por la sabiduría”, explica Kennedy. “Gracias a él, hoy nuestros héroes son Einstein y Shakespeare, y no caballeros de brillante armadura”. Tal como afirma Kennedy, se puede decir que en sus escritos Platón nos envió una cápsula del tiempo. (Fuente: scitech-news).

jeudi 16 septembre 2010

Le Grand Livre des Superstitions - Pour comprendre les origines et le fondement de nos croyances
M. Centini. Éditions De Vecchi. 24,24 €

Note de lecture d’Agnès Lenoire - SPS n° 252, mai 2002

« Aujourd’hui, il est vrai que, souvent, le prêtre et l’exorciste ont laissé la place au psychanalyste et au parapsychologue. » Extrait, page 176.

C’est d’abord un beau livre, petit album joliment relié, dont vous feuilletterez avec plaisir les pages glacées richement iconographiées. C’est aussi un travelling historique et sociologique des croyances qui nous habitent et nous agitent depuis la nuit des temps.

Divisé en deux grandes parties, l’ouvrage se présente plus analytique et introspectif dans sa première moitié que dans la seconde. M. Centini commence par une tentative de définition du mot « superstition », entreprise largement compliquée par la richesse des étymologies. Tantôt on rapproche ce mot des mots latins « super » et « stitio » (être au-dessus), tantôt de « superstes » (le survivant). De nos jours, on désigne généralement par superstition l’ensemble des pratiques magico-symboliques extravagantes.

Très vite, avant même d’avoir plongé dans les phénomènes et les causes, l’auteur nous met brutalement en face de nos superstitions, comme devant un miroir : l’homme moderne est toujours superstitieux. Il crée de ses propres neurones une manifestation syncrétique à partir d’autres disciplines comme la magie, la divination, l’astrologie, la religion.

Alors, inévitablement, sautent aux yeux les liens ambigus entre religion et superstition, de nature à la fois antinomique et symbiotique. Pour le superstitieux, le rapport de cause à effet est toujours engendré par un solide matérialisme, grâce aux vecteurs de talismans ou de gestes prédéterminés, alors que dans la religion le rapport à la réalité se fait de façon métaphysique, essentiellement par la prière.

Mais les deux se retrouvent étroitement imbriquées dans certaines attitudes de religiosité, celle du « donner-avoir » par exemple, qui personnifie le Créateur et où, par le biais d’échanges continuels avec le Très-Haut, de faux-croyants perpétuent le matérialisme superstitieux. D’où la coloration païenne de certains comportements religieux.

Le propos de M.Centini vous emmènera plus loin que cette analyse des rapports entre religion et superstition. Il vous guidera aussi dans les arcanes de la foi, de l’idolâtrie, des croyances, des erreurs, des préjugés et tentera de démêler un réseau presque inextricable. Les références aux auteurs sont nombreuses, depuis Plutarque, en passant par Voltaire, jusqu’à Freud et Jung, pour ne citer que les plus marquants.

Vous y trouverez aussi quelques statistiques effrayantes dans un chapitre intitulé « Croire en la magie aujourd’hui » : 71 % des Français croient à la transmission de pensée, 60 % à l’explication des caractères par l’astrologie. D’autres chiffres vous y attendent, tous propres à faire monter en vous l’adrénaline.

Et puis, bien sûr, le point de vue de la sociologie vous est exposé, avec, en particulier, l’analyse de l’astrologie sur quatre pages. La sociologie retient de l’astrologie sa volonté de puissance non réfrénée, la poussant à exiger de la part du « céleste » le succès et la santé pour les initiés engagés dans cette quête.

Paul Couderc est cité comme figure emblématique de la lutte contre l’astrologie, avec son célèbre « Que sais-je ? » sur l’astrologie, resté la meilleure référence depuis 1978. Mais l’auteur semble oublier qu’une précédente édition avait été publiée en 1951, et que depuis, d’autres se sont attelés à la tâche de disqualifier l’astrologie, comme Frédéric Lequêvre aux éditions Horizon Chimérique en 1991.

La psychanalyse a son mot à dire sur les superstitions en général : Freud les voyait comme le besoin de transférer une urgence intérieure sur le plan pratique. Il est toutefois étrange de constater que si la psychanalyse se trouve en position de force pour expliquer les superstitions, cette position peut se retourner contre elle. Car si certaines attitudes du corps sont interprétées par la psychanalyse comme étant des signes d’un mal-être intérieur, ces attitudes, souvent de nervosité, ou de gestes faits sans raison apparente, étaient déjà considérées par la superstition comme une expression…de mal-être justement, et devaient être prises en compte pour la suite de la vie quotidienne. Se gratter la tête ou bâiller n’est donc pas plus anodin à notre époque très « psychanalytique » qu’aux époques reculées superstitieuses ! Alors je me pose la question : la psychanalyse n’aurait-elle gagné ses galons que grâce aux grands maîtres ?

Quand s’ouvre la seconde partie de l’ouvrage, on découvre un catalogue de superstitions, non exhaustif, somme toute assez pénible, mais en lisant les titres des rubriques, on fait de curieuses découvertes… Que, par exemple, les gauchers sont des gens hors normes, et que leur spécificité, encore trop souvent attribuée de nos jours à un marqueur biologique, les classait autrefois dans le camp des « démoniaques ». En subsiste encore aujourd’hui une discrimination vis à vis des gauchers qui nous les fait classer dans le camp des anti-conformistes. Que le délit de faciès conditionne notre approche d’autrui depuis le XVIe siècle, que les comètes sont annonciatrices d’apocalypses, les étoiles filantes revêtues d’une aura positive, et que la Lune, si romantique soit-elle, peut vous connecter avec l’âme d’un loup-garou !

La conclusion appartiendra à la philosophie. Elle décèle que dans toutes les superstitions et tous les mythes s’enracine une conception cyclique du monde. Envisager une périodicité cyclique de tous les événements ouvre une possibilité d’anticipation sur l’avenir, une illusion de puissance.

Le christianisme avait rompu avec cette image, grâce au concept de créationnisme. Mais la complexité de la psychologie humaine et l’enracinement profond de notre conscience archaïque font de nous des opportunistes, butinant ici ou là selon nos besoins.

Un livre à butiner absolument, pour la richesse de la réflexion qu’il développe.

Haut du document