dimanche 23 août 2009
jeudi 20 août 2009
En Dominio Público
Un timo es la «acción y efecto de timar», y por timar debe entenderse, en su acepción general, «quitar o hurtar con engaño». Pero, en un sentido más específico y relevante, timo significa «engañar a otro con promesas y esperanzas» (DRAE). En esta clase de engaños existe una subclase especialmente dramática, en virtud del alcance y las consecuencias que puede tener en la vida personal de los timados. Me refiero al timo de la religión.
Lo que en este timo resulta definitorio consiste en prometer algo que es de toda evidencia contra natura: la negación de la muerte y la afirmación de una felicidad plena. Por esta razón nuclear y fantástica, y por algunos de sus corolarios, al timo religioso le ha cabido el honor histórico de ser el padre de los demás timos, y así, el más pernicioso, pues su engaño descansa sobre el mito más irreal generado por la mente humana: el de la existencia de almas y espíritus inmateriales como entes reales, y también de sus derivados, los dioses de los politeísmos, el Dios de los monoteísmos y los espíritus de los panteísmos.
Para que ocurra un timo se precisa una relación de engaño entre dos sujetos: el timador y el timado. Y además se requiere un referente que especificará la naturaleza concreta del engaño. En esa relación, el oferente promete lo que en la fase profética de la religión se llamó la salvación personal, porque está asistido por Dios o el gran Espíritu y cuenta con su delegación. Es decir, actúa por procuración divina o parte ya como un redentor divinizado que ostenta el poder de cumplir la realización de las promesas pactadas. Porque el vínculo personal constituido por la fe religiosa es un contrato sinalagmático (del verbo griego synallásso o synallátto: unir, pactar, conciliar), por el cual el oferente propone al ofertado una especie de trato jurídico recíproco que obliga a ambos al cumplimiento íntegro de lo prometido, de modo que, en caso de incumplimiento, las partes asumen la condición de felones según quien sea o no el culpable de la ruptura.
Sin embargo, la constatación del incumplimiento que debe exhibir la parte que se considere perjudicada resulta muy problemática en el momento de atribuir la carga de la prueba. Si esto ya es así en las causas jurisdiccionales terrenales, imagínese el lector qué sucede cuando el contrato recae entre almas, espíritus y dioses, entre ángeles y demonios o entre la demás ralea de esos espacios celestes o infernales en los que se lucha por premios o castigos eternos, o por rebajas de pena a golpe de costosísimas indulgencias, o por intercesiones de vírgenes y santos con clientelas propias, con trámites complejos y costosos en los cuales los «económicamente débiles» suelen estar en condiciones evidentes de inferioridad. Una dificultad prácticamente insuperable se presenta cuando el máximo tribunal divino tiene que decidir quién se ha salvado o condenado, estableciendo así, sin réplica, lo siguiente: si se ha producido ya un incumplimiento insanable; quién ha sido el imputable, y qué pena o premio le corresponde. En esta coyuntura se da la curiosísima situación de que el tribunal divino es juez y parte, y por su propia entidad es omnisciente, justiciero y misericordioso. Cualquier intención del condenado de clamar inocencia no sólo pondría en cuestión la excelencia del tribunal, sino que su rebeldía demostraría la justicia de la sentencia y su ineludible condición de réprobo.
Lo chocante y espantoso del timo religioso consiste en su inicua ventaja sobre los timos mundanos: mientras todos los códigos jurídicos modernos establecen garantías en relación con la celebración y el cumplimiento de los contratos –exigiendo una eficiente identificación personal de los contratantes o una declaración de sus voluntades sin coacción o intimidación, etc.–, las confesiones de fe se atribuyen ritualmente por las Iglesias a recién nacidos, enfermos, moribundos, torturados en las mazmorras de la Inquisición o poblaciones enteras en virtud de concordatos fraudulentos que enajenan la voluntad de las personas y la soberanía de los Estados. Los fieles depositan sus conciencias en el palio de sus iglesias mediante una fe transmitida mecánicamente en el hogar y la escuela, una fe meramente gestual y vehiculada por mitos infantiles y creencias que, al ser aceptadas sin verdadera convicción y sin escrutinio intelectivo, degradan la dignidad humana y dañan la capacidad cognitiva de sujetos dotados de los atributos innatos de inteligencia y creatividad.
Cuando las instituciones religiosas barruntan superficialmente su responsabilidad e imputabilidad éticas, improvisan actitudes de arrepentimiento que se quedan en imploraciones insinceras de perdón colectivo. Pero no cesan en su ejercicio del timo religioso, alimentado por su implacable proselitismo universal a favor del timo supremo de «la vida después de morir». Pero, ¿cómo certificar que se produjo el timo, si no hay testigos de vista de los hechos trascendentales? En último término, el timado tendrá solamente la consolación de la esperanza; sin embargo, como quiera que esa esperanza se cifra en imposibles, resultará siempre frustrada. Ahora bien, una institución carece de conciencia y no es imputable de engaños o timos. Sólo son responsables los individuos en función de sus propios actos. Por consiguiente, las Iglesias ni pueden pedir perdón ni ser perdonadas, a no ser por medio de la irresponsable escenificación de un engaño suplementario. Son los sacerdotes y demás hombres de Iglesia, y sólo ellos, quienes deberían responsabilizarse personalmente del engaño mediante el cumplimiento de las sanciones penales, previa restitución a las víctimas por los daños causados; y, en caso de muerte, serán sus sucesores los obligados a prestar las correspondientes reparaciones físicas y morales.
Gonzalo Puente Ojea es el autor de La religión ¡vaya timo! (Ed. Laetoli)
Publicado en BBC Mundo
Salir del clóset está de moda en Colombia. Primero fueron algunos gays, lesbianas, bisexuales y transgeneristas, gracias a sentencias de la Corte Constitucional. Después, consumidores de drogas ilícitas, oponiéndose a su penalización, y ahora el turno es para los ateos y agnósticos.
Con sólo dos semanas en el mercado, un Manual de Ateología, escrito por personajes que niegan o dudan de la existencia de un dios, se ubicó entre los diez títulos más vendidos en las librerías de este país.
El manual fue hecho por 16 personalidades, entre ellas abogados, escritores, periodistas y psicólogos.
BBC Mundo habló con algunos de ellos y también con otros ateos y agnósticos.
Llama la atención que un libro de esa naturaleza se venda bien en Colombia, donde nueve de cada 10 personas se declaran cristianas, en su mayoría católicas. Y esas mayorías se sienten en muchos ámbitos, comportamientos y actitudes.
De hecho, durante más de ocho décadas, Colombia fue consagrada cada año por los gobiernos al Sagrado Corazón de Jesús, una de las imágenes más preciadas por los católicos.
Un estado aconfesional
Y aunque desde 1991 la Constitución declaró al Estado colombiano como aconfesional, muchas instituciones, como la Policía Nacional, siguen manteniendo en sus escudos lemas como «Dios y patria».
En esas circunstancias, muchos, como la escritora Silvia Galvis, le dicen aBBC Mundo que «es muy difícil» expresar públicamente el ateísmo.
«Cuando les conté a unos amigos que no había bautizado a mis hijos, hubo unos cruces de miradas y unas sonrisas despectivas que lo hacen sentir a uno totalmente fuera de lugar», relató Galvis, autora de varios libros, entre ellos Viva Cristo Rey, una crítica al papel de la Iglesia Católica en la historia política de Colombia en el siglo XX.
La escritora, que no hizo parte de los autores del Manual, sostiene que «hay más razones para creer que dios no existe. Me siento más confiada en la vida y hago las cosas porque creo en ellas, sin estar esperando recompensas, como sí ocurre con los creyentes».
El dirigente político Carlos Gaviria, uno de los autores del libro, quien aspira a ser nuevamente candidato presidencial del izquierdista Polo Democrático Alternativo en las elecciones de 2010, también reconoce dificultades para que los demás entiendan su agnosticismo.
¿Cómo hace un agnóstico para conseguir apoyo electoral en un país tan católico?, le preguntó BBC Mundo a Gaviria, que en 2002 obtuvo 2,6 millones de votos.
«Es cierto que la sociedad colombiana es bastante atrasada. Sin embargo, yo creo que para hacer política decente hay que exponer esas posiciones de manera honesta, sin engaños, para que la gente sepa por quién vota», responde Gaviria.
El político relató que en una ocasión un asistente a un acto político lo increpó por su actitud hacia dios y la religión. Entonces, tuvo que explicarle por qué él no tiene razones para afirmar o negar la existencia de un dios. «Después de oírme, el hombre quedó tranquilo», narra.
«Más fácil que en Irán»
A pesar de esas dificultades, otro de los autores del Manual de Ateología, el escritor Héctor Abad, le expresa a BBC Mundo que es más fácil ser ateo en Colombia que en Irán, «donde si lo fuera y lo declarara podría ir a la cárcel».
«Aquí se me puede considerar un tonto o un loco o un inmoral, pero lo puedo decir y no me siento en peligro. Es fácil, es divertido, y a muchas personas incluso les llama la atención, porque muchos creyentes, en realidad, dudan muchísimo de sus creencias», añade.
Abad es un ateo que tiene un tío que es sacerdote del Opus Dei y otro que fue arzobispo de Medellín, la segunda ciudad más importante de Colombia.
«No creo que (ellos) me vean como un anticristo, pero sí hay algunos que me advierten que me voy a ir al infierno», dice.
Según el escritor, una vez un banquero le dijo que él se iba a condenar y que le propuso que le prestara 50.000 dólares al interés que el quisiera, «con una sola condición: usted me presta la plata en esta vida, y yo se la pago en la otra. No quiso hacerme el préstamo».
El editor del Manual de Ateología, José Manuel Acevedo, reconoció hace poco en el diario El Tiempo que algunos personajes se molestaron cuando les pidieron su testimonio para el Manual de Ateología.
Uno de ellos fue Vladimir Flórez, Vladdo, el más famoso caricaturista colombiano, quien después escribió una columna titulada Dizque ateo.
Vladdo le dice a BBC Mundo que una cosa es que él critique a la Iglesia Católica por posiciones y hechos como el celibato, la prohibición de usar anticonceptivos y los casos de pedofilia, y otra que él sea ateo o agnóstico.
«Del clóset deberían salir no sólo los ateos y agnósticos sino todos los que profesan o practican creencias y costumbres “mal vistas” por el conservadurismo, como los gays, las lesbianas, los antiuribistas vergonzantes, muchos ecologistas, los comunistas de corazón y así “subversivamente”», expresa Vladdo.
Todo hace parte de la controversia entre creyentes y no creyentes, que siempre ha habido en la historia de la humanidad, en algunos sitios con más intensidad que en otros.
Abad admite que la controversia sobre un dios enfrentará a los fanáticos, sean creyentes o no creyentes, como ocurre en Afganistán y en Corea del Norte, como sucedió en la Unión Soviética de Stalin y en China durante la revolución cultural.
«Yo soy un ateo manso y poco militante. Creo que todos debemos poder creer o no creer libremente», concluye el escritor.
Etiquetas: Ateísmo
Puente Ojea también es un «ateo esencial»
El diplomático Gonzalo Puente Ojea fue embajador de España en el Vaticano y es uno de los autores más reputados sobre religión. Presenta su libro La religión,¡Vaya timo!
© Víctor Charneco
Publicado en Público el 18/05/2009
El diplomático Gonzalo Puente Ojea (Cienfuegos, Cuba, 1924) fue embajador de España en el Vaticano durante el Gobierno de Felipe González y es uno de los autores más reputados sobre religión. Dentro de la colección de la Editorial Laetoli ¡Vaya timo!, que desmonta los mitos que perviven en la sociedad actual, vuelve a evidenciar las mentiras de la Iglesia en La religión,¡Vaya timo!
–¿Es un timo la religión?
–Efectivamente, porque promete lo que no tiene, la felicidad en un mundo paradisiaco después de la vida real.
–Prometido por un Dios muy peculiar.
–Un Dios que tiene todas las cualidades imaginables, de manera que su idea es imposible, sus atributos son claramente contradictorios. Igual que no existe el círculo cuadrado, no puede existir ese Dios.
–Entonces, ¿dónde encuentra su fortaleza?
–En la tradición. En este siglo hay un conocimiento científico que debería dar lugar a un abandono de la religión. No se produce porque los imaginarios colectivos son asimilados por el bebé desde que empieza a tener autonomía. El hogar es la gran máquina de hacer cristianos, por eso la Iglesiatrata de mantenerlo a salvo.
–¿Qué opina del auge del creacionismo?
–El porcentaje de científicos que abandona las creencias religiosas es mayor cada día que pasa. La cultura americana no es propiamente científica, sino tradicional, porque repite los estereotipos de los fundadores.
–¿Por qué los Estados han respetado la Iglesia?
–Porque es una institución poderosa, con una clientela muy fuerte y una gran determinación de predicación de su doctrina. Desde que se unió al Imperio Romano, su potencia pasó a ser casi insuperable.
–¿Por qué el Gobierno no se independiza de la Iglesia?
–La República fue una página nueva en nuestra historia. Su núcleo y la causa de su destrucción fue el laicismo, porque la Iglesia se dio cuenta de que se jugaba el tipo y puso toda la carne en el asador. Esto no lo entienden los jóvenes porque no lo han vivido y porque en las escuelas el PSOE, que había hecho pactos, eliminó esa circunstancia de los planes de estudio.
–¿Qué opina del aumento en la financiación de la Iglesia?
–La explicación es que el virus republicano ha quedado totalmente extirpado. El PSOE hizo una ruptura histórica total, porque la Transición fue la gran estafa política de este país. Alegando que volverían los militares, intervinieron e impidieron que se volviera a instaurar una República, y además eliminaron el poder constituyente, porque la Constitución está elaborada por los procuradores en Cortes de la época de Franco. No se cuestionó la jefatura del Estado y eso sí se hizo en la República de 1931, que eliminó la Corona y promovió el laicismo.
–¿Tan malo le parece el sistema de hoy en día?
–Los llamados partidos democráticos entraron en el juego y nos condenaron a tener una olla de corrupción con una tapadera que se llama monarquía parlamentaria. Vivimos en plena inconstitucionalidad y, en los últimos tramos del Gobierno de Zapatero, en una disolución por la vía autonómica. Es una dictadura de partidos organizada para que los dos grandes tengan la mayoría.
–Usted fue embajador en la Santa Sede, ¿cómo ve en la actualidad a la Iglesia?
–Hace mucho que la Iglesia está en un proceso de pérdida de clientela y que tiene puesta su fe en el tercer mundo, donde hay muchas personas. Ratzinger, un hombre de formas inteligentes aunque no demasiado brillante, tenía que haber hecho la apertura y la revisión de los dogmas morales, pero no lo hace.
–¿Y la rama española?
–Están desquiciados porque se acostumbraron a un régimen de monopolio de las conciencias, que es lo que fue España hasta la República. Y a eso hemos de volver, la Monarquía caerá en unos 20 años y se regresará a esa fórmula.
–¿Y el Minivaticano?
–Todos los políticos les han regalado [a la jerarquía católica] todo lo habido y por haber. Es increíble que incluso Felipe González les diera todo. A mí me dijo que a la Iglesia no se le podía discutir nada y que no me metiera en temas de dogma. Cuando las beatificaciones, al Gobierno no le gustó el empeñó del Vaticano en volver a la Guerra Civil y se mandó una representación de un nivel que evidenciara el descontento. Y sin embargo, un mes más tarde hubo una cena en la Nunciatura, con el rey y el presidente del Gobierno. La Conferencia Episcopal pidió que me quitaran y en agosto fui relevado.
"UBI DUBITUM IBI LIBERTAS"
agosto 15, 2009
San Juan tenía razón
"La Biblia es una maravillosa fuente de inspiración para los que no la entienden”.
George Santayana.
Yo me case ya grande, después de los cuarenta, y recuerdo mucho los esfuerzos de mis ex compañeros de parranda, - para entonces ya casados – para convencerme de las bondades del matrimonio.
No sé si sus esfuerzos eran sinceros o simple envidia de que yo aun podía hacer lo que me diera la gana, cosa que aun puedo hacer, solo es cosa de pedir permiso con dos meses de anticipación y por escrito.
Pero entre todas las razones que esgrimían mis amigos hay una que me llamaba mucho la atención por su inocencia y el efecto que causaba en ellos mi respuesta.
Decían que lo mejor del matrimonio era la vida en familia, como si yo hubiera nacido en probeta y crecido en un hospicio, y que de la familia lo mejor eran los hijos.
Casi todos ellos decían que solo por los hijos valía la pena estar casados, cosa que hasta la fecha considero la peor de las razones para vivir en familia.
Palabras más, palabras menos los diálogos siempre iban de esta manera:
- (ellos) “No lo vas a entender hasta que tengas un hijo, no hasta que estés en mi situación”.
- (yo) “Tu tampoco puedes entenderme porque no estás ni has estado en mi situación”.
- (ellos) “Α que te refieres, claro que si estuve en tu situación, también fui soltero”.
- (yo) “! Nunca a mi edad!”.
Ante esto había pocas respuestas coherentes y debo de reconocerles que casi siempre me concedían este punto.
Quizás yo no sabía lo que era ser casado y tener un hijo, pero ellos tampoco sabían que se sentía ser soltero a los 40.
Y α los que crean que voy α hacer ahora una apología del matrimonio y la paternidad, siento mucho decepcionarlos porque la cosa no va por ahí.
Α lo que voy es α que la situación es casi la misma de quienes dicen que los ateos somos personas infelices y amargadas y que llevamos una vida vacía y sin sentido porque no conocemos α Dios.
En cualquier blog que critique la religión no puede faltar nunca una buena colección de comentarios viscerales que digan que nos tienen lástima porque no conocemos el amor de Dios y que además somos infelices porque solo vemos el lado racional de las cosas.
Y la conclusión, según ellos lógica, es que no podemos ser buenas personas porque no tenemos los valores y principios que solo pueden ser dictados por un ser superior.
La ultima parte, la de los valores, es muy fácil de rebatir con evidencias, las cárceles están llenas de creyentes, las guerras y grandes masacres están casi siempre lideradas y peleadas por creyentes.
Los crímenes más escalofriantes son protagonizados casi siempre por creyentes y α veces incluso inspirados en su fe.
Los últimos estudios de las condiciones socioeconómicas de los países desarrollados, nos indican que las incidencias de eventos negativos como drogadicción, enfermedades infeccionas de transmisión sexual, mortalidad juvenil, embarazos en adolecentes, disfunciones sexuales y aborto son más altos en los países mas religiosos que en los países con mayor población secularizada.
Es cierto que esto no significa necesariamente que la religión sea la causa de estas disfunciones sociales, lo que si resulta más que obvio es que el abandono de la religión no es causa de descomposición social y caos, como suelen afirmar (o amenazar) los diferentes lideres religiosos.
La parte que no es tan fácil de demostrar para ninguno de los dos, es si el ateísmo hace infelices y amargadas α las personas.
Pero en este punto los ateos tenemos una ventaja y esta es que muchos de nosotros hemos estado de ambos lados del espectro que hay entre la fe y la razón, y sería absurdo pensar que hemos escogido voluntariamente la parte más infeliz y vacía.
Y cuando digo “estar de ambos lados no me refiero α los creyentes que pasaron de ser “católicos light”α religiosos activos o renacidos como se suelen llamar α si mismo los de cierta corriente.
En realidad estos no pasaron de un extremo al otro, solamente se deslizaron del centro al extremo religioso.
En mi caso particular yo pase primero de ser católico por tradición familiar, cosas como ser bautizado, hacer primera comunión y esas cosas, de ir a misa con el pretexto de bodas o funerales α una casi total indiferencia hacia la religión de mis padres, exactamente como la mayoría de los católicos.
De ahí me deslice hacia el extremo del fanatismo pasando primero por cursos de evangelización que en realidad son lavados de cerebro con técnicas indistinguibles de cualquier secta de fanáticos.
Después me convertí en coordinador de pequeñas comunidades de jóvenes y en integrante activo de una comunidad religiosa de no tan jóvenes y en un buen apologeta de la palabra de Dios.
Tenía facilidad para justificar lógicamente las contradicciones e incongruencias de los hechos de la Biblia utilizando tan solo recursos dialecticos que otros confundían con un don (era un señor con don).
Pero no por nada mi pasaje favorito de las escrituras es hasta la fecha Juan 8:32, y en esto mi tocayo no andaba tan errado.
“Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”.
En mi caso no hubo eventos dramáticos que me hayan hecho perder la fe, fue más bien mi compulsión por la lectura lo que me permitió realmente conocer α Dios, o debería decir α todos los dioses y su origen.
Para decirlo de forma mas poética: “Mordí la manzana, comí del fruto prohibido y fui expulsado del paraíso”.
En mi afán por buscar mejores argumentos para defender mis creencias me encontré con mucho más de lo que buscaba.
Siempre he creído que los que se pelean con Dios por alguna decepción, algún día volverán α el, aunque sea en otra religión.
En cambio quienes dejamos la religión pacíficamente, por medio de la razón, no tenemos punto de retorno porque ya encontramos el paraíso.
En mi caso es una biblioteca donde sirven vino tinto y cerveza obscura y donde la vida se construye de pequeños detalles cotidianos.
Donde no existen pecados originales ni culpas eternas, tan solo actos con consecuencias y responsabilidades.
Donde la meta no es un mundo libre de problemas y felicidad permanente, sino tan solo un mundo real y tangible, ni bueno ni malo y una mente lúcida y racional para adaptar el mundo α nuestras necesidades.
Con una meta así de este tamaño dudo mucho que los ateos seamos unos seres infelices y amargados.
Α los creyentes que dicen que llevamos una vida vacía y carente de sentido y que solo conocen el lado de la línea que va de la indiferencia al fanatismo, yo les pregunto:
¿Y cómo lo saben?
Juan Carlos Bujanda Benitez
samedi 15 août 2009
Manifiesto Ateo
por Sam Harris
No.
La naturaleza de la creencia
La fe y la sociedad buena
La religión como fuente de violencia
¿Por qué la religión es una fuente tan poderosa de violencia humana?